La tediosa castidad superflua.

La tediosa castidad superflua.

Bolsa de espinas. Terror. Horror. Pavor. Cenizas y barro. Sequía. He olvidado lo que es sentir, lo que es reír. No puedo decir que haya olvidado lo que es amar, porque nunca he sabido lo que es. Demasiado de todo, pero nunca de nada sustancial. Banalidad. A veces es mejor mirar por una ranura y ver sólo lo que queremos ver. Ver sin vida o con tristeza y hastío.

Ver éxito y pavor, odio y amor, alegría y temor, sentir cómo se te escapa la vida entre los dedos como viento a través de rejas prisioneras. Huir, poner pies en polvorosa, y volver siendo una leyenda. Pero si eres leyenda no vuelves, jamás lo haces, porque ya no serás tú. Sentir que caes porque sigues cavando tu propio pozo sin fondo.

Mentiras, falacias, desgracias que no acepto. Pero al final siempre voy con ellas, porque merezco eso, porque no valgo, porque no podré valer, sino me valoro yo, pero no es plausible valorar algo sin valor alguno. Aprendí que seguir adelante es pura inercia, porque ganas no hay ninguna. Mi mente es un ocotito, que dejo que fluya en todo su esplendor. Vete. Huye. Nadie te va a echar de menos. Locura con inquina.

Todos quieren lo mismo, buscan lo mismo, quieren joyas, pulseras empedradas, mas no valen ni bisutería. Merezco rendirme a eso, como un chivato en la gayola. Debes responder, debes actuar, no te quedes parado.

Mezclo acciones alentadoras con derrotistas. Porque soy un volcán en erupción, sin vida, pero con fuerza y fulgor.

Me hallo harto, harto de tener que aguantar injurias, injusticias, malos tratos, vejaciones e improperios. Más de uno considera que es merecedor del don de vituperarme, de afirmarse como mi mentor y de dictarme. Yo ante ello no respondo más. El día en el que abandone esta vida hará falta la contratación de plañideras porque nadie vendrá a llorar mi óbito.

Ver cómo perezco y sigo sucumbiendo en un pozo de decepción y malogro, porque es lo que emulo, en esta vida sin sentido alguno. Porque emulo alipori, por ende, otras personas me codean, me versan con negativo de aprecio y me ningunean, se refieren a mí con condescendencia. Con altivez pienso que habría de ser yo quien les procurase de expresa manera, sin embargo, mi realidad no es la que se muestra; la efectividad es contraria, son ellos los que acometen sobre mí injurias y desprecios. Se da de forma múltiple y no aislada, ergo me lleva a discurrir que la culpa no es de ellos, sino mía. Pues valgo desgracia y contrariedad, en caso de que valga algo. Mi cuerpo estalla en un zollipo incontrolable, cada día con mayor frecuencia. Miro tratando de buscar una respuesta e intentando no desacertar un camino, una vereda sería válida, que haga posible buscar aceptación entre aquellos, para poder inmiscuirme sin acritud. Pero me asemejo a no tañer lo que es menester, lo que con aquiescencia se acepta y no se destierra. Es de consuelo pasajero refugiarse en eufemismos tales como que, es excesivo y no comprensible a lo que yo alcanzo, mas el efecto de ese placebo dura unos segundos, unos días, pero a medida que avanza el tiempo, la mella es mayor, el hoyo está más horadado y el vacío, allí abajo, es infinito.

Sigo confiando, ¿por qué tan iluso, crédulo y utópico? Me hallo harto y extasiado. Ahíto por eones. Punto y final, la coma ya no es opción. Es abrumador, extenuante creer que, entre los escombros de una sociedad podrida, queda alguien decente. Arremeto con un trabajo ímprobo de búsqueda, pero nada satisfactorio ni lisonjero. Aquéllos se miran su ombligo, como si único centro del orbe fuese, y, cuando límpido se encuentre, cierta pobre atención te brindarán. En mí se deteriora el sentido, cada día menos cosas me alientan. Las ganas de no perecer se esfumaron hace tiempo, encallan el rencor, la aversión, el aborrecimiento, la abominación y la inquina, la alegría y la risa ya no van de la mano.

No albergo esperanza de que se arregle esta sociedad. Merece crítica. Está rota por los que se creen merecedores del derecho de arreglarla. Seguid con vuestro juicio nublado, que yo me abriré paso como un rayo de sol entre vuestra tormenta de horrores.

 Todos aquellos se creen en posesión de la licencia para poder formular lo que les plazca, construyendo una distopía total, un futuro nigérrimo. Expresan sin tapujos lo que consideran que es más propio, según sus enjutos criterios, aun queriendo hacer parecer que expresos son vastos. Y para mí pintan bastos sus habladurías e incoherencias.

Siento descorazonaros…, en realidad no. No es como lo plasman, la substantividad es muy discrepante y ha de ser dicho con suma precaución.

Visualiza un tablero, blancas y negras, ¿con cuáles juegas? ¿A qué figura te asemejas? No me caso con ningún color, vastedad en la vida. Pero, sí sé qué papel juego, aunque me muestre con avance único ciertas veces, totalidad de movimientos poseo.

Tempo súbito.

Tempo súbito.

¡Oh!, vulnerable y venerada. ¡Oh!, miserable y acalorada. Sólo cuando albergo dudas reticentes es cuando mi mente me evoca a ti. ¡Qué traidora!, ¡qué frívola!, mas con cuán ardor patenta mi reflejo. Cada día ensordezco con atronadores pensamientos, con locuras irremediables que pasan por ese caos y maraña que tengo y poseo con altivez. Entré, salí, pero volví.

Algún día lo aposté todo y perdí. Perdí. Nunca gané. Otras veces acometieron latrocinio sobre mí, no material, sí espiritual, quizá sin querer, o queriendo. Hoy estoy tan lejos que creo poder escalar una curva como la de Viviani. No creo que sea lícito ser tan hipócrita como la gente con la que topo.

Trastabillo porque voy oteando un cielo lejano queriendo hacer preguntas por allá y buscando respuestas acullá. Encuentro mayor placer en un despejado paisaje azul que en una infectada acera. Solía considerar la evasión como estados perfectos y extáticos, ahora domeño mi consciencia para tener discernimiento absoluto y total. Atisbo un verde prado debajo de un cielo gris junto a unos ojos marrones. Él camina con ello, con su baúl de los recuerdos, de donde empezar a sacar y sacar exultantes pestes pasadas; algunos recuerdos lascivos y libidinosos, otros simplemente olvidados.

Belleza en una rutina, presente para estar abierta la posibilidad de evadirse de ella cuando sea menester. Permanecer postrado en un axioma produce efectos no alentadores, deja a uno exangüe, sin vida, queriendo emular una organizada y legítima, resultando monotonía y liviandad.

Mi mente acomete sobre el caos y se apropia de él, una turbamulta de un gúgol de semejantes a mí, pero discrepantes entre ellos, se hacina en ella. He creído en el cielo y en el infierno. He llorado por ir algún día al erebo y, otros, por ir al empíreo. He sentido la lluvia en la cara y las gotas se han mimetizado con las lágrimas. Perdí la capacidad de discernir sobre lo que es lícito y lo que es heterodoxo. Albergué esperanzas de encontrar un cambio, sin embargo, me estampé contra obviedad y banalidad, contra evidencia y simpleza.

Consideran sus comentarios sobre el orbe como signo laudable, extraordinariamente destacable, y con ello consiguen convencer e intercambiar parecidos con cientos de semejantes. Con distinción de usía quieren ser tratados. Horror me producen, también ahíto. ¿Discurren sus acciones y comentarios antes de proceder a ejecutarlos? Lo peor de ello es que sí. Y es cuando mi elenco de la planta superior enloquece, se hace preguntas buscando una respuesta en las suyas, pero claro es que carentes de sentido son. Calificables como una ignominia al sentido común.

Y pudo hablar sin tapujos, sin reparos, pudo decir lo que sentía, aunque no del todo. Ahora siento que camino con quien barre mis pisadas a su paso, mas aprecian que las comparta con ellos.

Como vengo evidenciando en estos párrafos, la fuerza psicológica es muy potente en nuestras acciones, nos hace tropezar y levantarnos, tener coraje y cobardía en la misma línea. La pusilanimidad nos acompañará cada día, aunque sagaces y perspicaces queramos ocultarlo. En ocasiones somatizaremos, mas calma y astucia harán posible arremeter contra ello.

Agárrate fuerte a un mainel y asciende, escalón a escalón, hacia la cima de tu vida.

Otrora futura.

Otrora futura.

Pisa suelo y sentirás bajo tus pies la realidad por la que transitas banalmente; toca techo y habrás coronado el nirvana de esa realidad. Habla de ti y sabrán cuáles son tus debilidades; cállate todo y morirás de inanición social. Expresa lo que quieres, y te tacharán de caprichoso; sé humilde, y creerán que eres cínico e hipócrita. Pondrán en tela de juicio todos tus movimientos, para saber si vas de farol o con todas las de la ley, y sólo lo harán por beneficio propio, siendo ellos quienes más egoístas resultan, detrás de la fachada impoluta a ojos de claros ignorantes.

Creen que nada más sirve que aquella deflagración con la que esputan sus tristes y penosas acciones, empero cada cual debe creer que esas quimeras, que para prójimos consideran inalcanzables, son las axiomáticas. Aún con desavenencia hay que discurrir más allá, hay que romper blindajes mentales y generar el cambio inter e intrapersonal, cuya inteligencia se jactan de poseer en desmesura, mas etérea y paupérrima resulta. Aquello que trato de decir es tal que, fuera, puede que no sea gris como nos hacen querer ver los que, dentro, únicamente tienen blanco o negro, puede que el heraldo de la diversidad que hacen llegar a las masas, no sea más que la moviola con la que quieren proyectar nuestra vida a ojos de la suya. A ojos de una negrura con tonalidades grises teñidas de coacción.

Mirando hacia delante se divisa una mejoría social, virando al lado opuesto se otea una tranquila estabilidad. Qué insensato sería decir hasta luego, cuando se puede decir adiós. Porque es meridianamente eso, despedirse de aquel pasado para emular un futuro, puesto que esa maraña que hace llamarse sociedad, está consagrada a repetir errores. Yerros con una mano de pintura, pero con la misma chapa del pretérito.

El cansancio que se divisa en cada chorreo bilateral de palabras es un golpe contra la pared de la realidad. Un camino que pretende entender y ser tolerante, pero resulta ser angosto y como una vereda perdida en medio de una nada, donde te sientes enajenado preguntándote si el problema eres tú; porque está claro que así podría ser. Aún de esta manera hay una bifurcación y podría elegirse ese camino u otro que cuestiona y no acepta, que empenta contra dichas ideas fallidas, que no plagia para ser moderno y aceptado, y que ulteriormente atenta contra ellas tomando como base unas ya expuestas muy certeras. Me tomo la libertad, valga la redundancia, de utilizar cansancio para referirme a cada conversación y escrito que dejan plasmados aquellos tolerantes, puesto que me produce un estado de pesadez y fatiga inmensa, porque discurrir para ellos quedó nada más que en el de un río.

Asco, rabia y decepción, en la misma línea y dispuestos a encallar. A lo mejor la línea es quebradiza y realza los espasmos significantes, que caen impacientes de respuestas que resuelven y que no hacen simplemente cuestionar. Qué fácil es poner trabas al trabajo llevado a cabo. Qué hacedero es que aparezca cavitación en tu ágora metal y te haga fenecer, pero no será el caso de aquél que sepa dominar cada situación, así como un otero domina un llano.

Y es sólo eso, que a veces es necesaria una claraboya en el techo de tu éxito para que entre luz y ver un mañana mejor, más próspero que la espesura disuasiva que en ocasiones se cierne sobre mí. Me ahoga y me invita a pensar que la sociedad no tiene remedio, que ni tan escaso de longitud, ni tan alopécico.

Después de este trayecto, de enésimas y exponenciales paradas, me sabe bien un brebaje que deja inerte, tomado como destilación alcohólica débil.

Fin, no consigo acabarlo, ¡qué bloqueo!, ¿desisto? No sería ejemplar después de alentadoras motivaciones, empero el no y la negativa me asolan, la inspiración inexistente y la lacra de no ser quien ambiciono me impiden acabar. Vituperios me rondan la cabeza, improperios, injurias por no atinar con las certeras palabras que abran la mente de la escasa gente que leerá esto, aquellas con las que haga entender la crítica que no he de acallar y que atañe a todo aquél que no sea un necio como aquellos a los que me refiero.

En un sinfín habrá que lidiar con ello y vivir de espejismos, confiar en promesas, sentir frío o calor, para que la última bocanada sea tan frenética como la primera.

Alquitrán sepulcral.

Alquitrán sepulcral.

Aquél que ve el horizonte mirando al suelo y el mar mirando al cielo, aquél que con hechos fehacientes siente la lluvia en el día soleado, y el hiriente rayo de sol bajo un techo ennegrecido. De sinsentido coexistente con una errática fachada está lleno el orbe, de placeres inconexos con el raciocinio exorbitante de uno que, en asimiento del grado en su mismo clímax, ansia, hasta peyorativamente, y a constantes cospes, que de cesar, ello sería inconcebible, puede evidenciarse mi simposio transitorio. A raudales sin descanso, partitura sin medida; confianza, esperanza y añoranza; éstas, que detrás de un aquifoliáceo se esconden, representan el mismo cimiento que impertérritamente se muestra, apocado en su estrechura y vedado de mayor floritura y anchura.

Hasta que el final determine por qué soy, in extremis, sirviente y lacayo de mis erráticas disyuntivas, por qué arremeto y roblono un negativo defectuoso sino. Será de aquél que dijo un día lo que querría poder contar cuando todo llaneara sobre un horadado terreno. Qué queda sino convidar por el que viste y calza, y aleccionar al que, inequívocamente, intentar expeler la ictericia que indignos le transmiten; dado que él mismo, él solo, él, en su aurea mediocritas, se mantiene cual león a su presa, aunque hagan todo por destruir su basa y llenar de volutas jónicas, que emponzoñan, y dejan gusarapiento al máximum, por no considerarle así. Pero es más audaz y osado que el que mucho esputa entre tanta verborrea, que el que increpa y subsana, resultando pedante.

Así es, más claro no podría ser, más escueto sí, más opresor en sus tecnicismos, mas en llano y cristalino, es su máxima lo que tiene, su Olimpo iluminador y la truncada, tachada y taciturna expresión, no calumnia, no juzga, sólo alecciona. En un soliloquio se cierne su vida, en la abnegada capacidad de despertar del alquitrán sepulcral que parece que todo excomulga, sin embargo, como si de un etéreo brote verde se profetizase, resurge para demostrar que nada fenece en su interior.

Bajo un dogma y axioma irrefutable se guía aquél que no sabe llevar ni forjar su hirsuto destino. Pero dejemos los problemas en el año que culmina, como cualquier otro, y hagamos que dichos pedantes, asfixiantes y aquéllos que liofilizan los sentimientos del prójimo desaparezcan en un vasto calendario de vivas esperanzas.

En estas placenteras opciones que se apresuran, me tomaré la licencia de decir que no se puede cometer el mismo error dos veces, la segunda vez que lo haces, ya no es un error, es una opción.

Disyunción en la dádiva.

Disyunción en la dádiva.

Estado de frustración extrema, muerto de dolor por una consiguiente vez más, más de lo mismo, menos del nirvana amoroso inalcanzable. Todo mi estado actual lo podría resumir en siete palabras: “en el mismísimo confín de la mierda.” Y lo más tedioso de todo es que, aquella que hace que mi estado sea tal, es una muy inferior en edad, y tiene la capacidad de ningunear a sus “superiores” sin ningún miramiento, ni excusas sin fundamento.

Base ilegal de una idea sin igual, penosa mi actuación frente a la codiciosa sin razón. Tener que subyacer sin ninguna marca de tiempo finita, sino indeterminada. Sin dicha me hallo, lejos de estar dichoso por preferir estar ojeroso y andrajoso en el tema que nos atañe.

Ejecutar todo de una forma errónea, ¿por qué? Si tuviera respuesta no ofrecería una dubitación para darla. La única contestación fija que podría añadir a ella, sería una desolación extrema por no confiar en mis propias ideas circunspectas una vez más. Porque tiendo al infinito sin una extenuación clara.

Portadora de un talle seco, borde, grosero, cargante y cortante, no sin dulzura, blandura, afabilidad, melosidad y ternura escondidos bajo esa capa ya citada. Incapaz era de pensar que podría llegar a ver esas facetas tan adorables, no obstante, ahora me encuentro de nuevo en la primera fase, aunque pudiera ser una tercera, siendo ésta una primera con mayor clamor aun.

¿Puede doler el alma? Te diría que sí, y si no estás de acuerdo conmigo, cámbiate por mí, y siente esto mismo que padezco. Dolor punzante por saber que no tiene arreglo, y en caso de que lo tuviera, sería tan poco fácil resolverlo, que nos encontraríamos en el mismo estado. Imposibilidad de verse podría ser una causa, agobio sin ninguna justificación, sin ningún cimiento, pretexto, pilar o soporte, vendría a significar otra.

No hay ligereza en el aquel perturbable, sino en el interés poco demostrable de la infame a la que yo he de pretender. Y si hubiera sido unos meses hace, en la disyuntiva de poco y nada se encontraría la importancia que a dicha podría darle.

Parece que lo único que pretendo es exponerme en un tablero de ajedrez como si de una guerra se tratase, y allí lidiar con tus tratos de desprecio y tus mínimas dádivas sin apego, cariño, afecto, adoración, predilección o amor, encontrándome únicamente con odio, repugnancia, rencor, aversión, aborrecimiento, animadversión, antipatía e inquina sobre el resto de las cosas. Mas con todo ello no me considero un ser al que haya que abominar, no declaro que haya que tenerme por encima de la cota mínima, sólo un poco en estima, ya que he resultado ser el primero, y no el último, que ha juntado expresos y dulces labios para compendiar un ósculo sin igual. Entiendo la diferenciación de longevidad irrisoria, sin embargo, entiende tú lo que no eres capaz de comprender por la escasa experiencia que posees.

Me extasiaré diciendo que me acojona esto de tener en mayor estima de lo normal a alguien, porque yo de olvidar no sé una mierda.

Tendiendo al límite.

Tendiendo al límite.

Al límite, en el último punto que separa la línea, la cual me haría estallar, y con ello no poder continuar en el camino, por el cual todos los que queremos algo con esfuerzo debemos pasar. Cansado, desesperado, fatigado, extenuado, exhausto, y todo ello por querer abarcar más de lo que, en buena ventura, soy capaz.

Todo el simposio transitorio por el que debes vagabundear es largo, aunque mucha gente refiera que es corto. Yo lo considero y encuentro extenso e interminablemente fatigoso, pero sí con dicho dispongo que no hay que pasarlo en venturas de mal agüero, sino en poder hallar y conseguir las quimeras que nos propongamos. Que todo cuanto podamos anhelar está simplemente en lo más banal que seamos capaces de ubicar. Lo más rococó debe ser dejado para los postres.

Sólo y solamente entonces te darás cuenta de las muchas cosas que aún recuerdas, pero que has expelido en voluntad propia y de forma poco consciente de tu mente, sin embargo se te habrán olvidado, aun cuando, recordarás las más célebres de ellas. Tiempo fugaz a la par que sagaz, distorsionándose así y no yendo a la par el dicho elemento quinquenal. Así podrás tener sin remordimiento ninguno, noches de sonido con decibelios muy por encima de lo permitido a horas poco frecuentes y todo ello acompañado de sustancias medidas en graduación porcentual.

Afrontar sentimientos dispares atorados en el pensamiento que hacen que sufras por no poder llegar a la cima y coronar lo que bombea la sangre.

Y siendo con ello cuando un orate te ataque deberás, tendrás que, habrás de desaparecer de tu faz refinada y simple, para acometer tal hecho de desprender de su mal juicio al sin cordura, sin coacción ni represión hilarante y/o desafiante.

Quien entiende lo poco que le sorprende, quien discierne en lo mucho que se le torna, aquél que expresa y ofrece dádivas sin ningún ton del son, sin ningún Fulanito con Menganita, sin la pobre botella sin su relleno líquido blanco. Quien es capaz de convertirse en el factótum de quien por en mucha estima tiene, puede y así esclarece tal deseo circunspecto y sin su cuyo al respecto.

Y si debido a un error poco casual se tratase y haya querido esto el copista que escribió la crónica de mi vida, sin autor conocido, sin referencia de la existencia del que predijo mis movimientos en falso, por los cuales acabaría en el cadalso, mas estando allí alegaría que las mentiras más crueles se dicen en silencio.

Y de nuevo, tendrá sentido.

Y de nuevo, tendrá sentido.

Y en poco tiempo comenzará a cobrar sentido el decir «mierda de lunes.» Que tenga sentido poder odiar los lunes.

Mientras los martes trascurre un segundo día de la semana, que no sé si pensar que es mejor o peor, que aquél ya citado.

El siguiente es el miércoles, en el cual te vas haciendo a la semana y ya tienes alguna mera esperanza de tocar el viernes.

Más tarde viene el jueves, en el que ya podemos estar un tanto más felices que en los tres anteriores y en el que podemos decir «¡VAMOS! Que pase hoy y ya por fin.»

Y el tan aclamado viernes, llega culminante a la parte de diario. Es sin duda alguna y ningún titubeo el mejor día de la semana, si tienes examen tal día, no pasa nada, se supera y con creces.

El fin de semana. Formado primeramente con el sábado, aunque para muchos también incluiría la tarde del viernes. Se podía decir que es mejor, aunque la gente no lo toma como tal, ya que además no hay clase.

Y para finalizar nos queda el domingo y sus tardes asquerosas que te las pasas en casa pensando, por qué cojones tienes 4 exámenes la semana que entra y que odias los lunes.

Ahora todo esto tendrá algún significado, de nuevo. Porque otra vez se vuelve a la rutina y comienza un jodido nuevo curso, que sólo espero que me traiga muchas cosas buenas.

Filosofía de entendimiento.

Filosofía de entendimiento.

Dichos y refranes que significan muchas cosas. Hay que aprovechar todo lo que te venga en la vida, ya que no hay mal que por bien no venga.
Como bien dije los amigos son muy importantes y el que te quiere te hará llorar. Pero también está el mal amigo que es como la memoria; cuando más falta te hace, te falla. Los amigos si no los buscas en la alegría, no los pidas en la desgracia. Hay que cuidarlos mucho, y si nos enfadamos con ellos, debe arreglarse porque: amigo reconciliado, enemigo doblado.
Mientras haya vida hay esperanza. Sin embargo esta esperanza no se puede tener, puesto que todo lo quieres, todo lo pierdes. Aún cuando la esperanza sigue y quién la sigue la consigue, y sino es tal, ajo y agua.
Todo en esta vida es muy crudo, no hay rosa sin espinas. Las promesas por escrito porque el «ya veremos» no sirve de nada, ya veremos dijo un ciego, y nunca vio. Por dicho esto, la palabra es plata y entonces el silencio oro.
Habrá mucha gente a la que por muy hija de puta que sea, le sale todo bien, mas a todo cerdo le llega su San Martín. Para entonces muerto el perro, se acabó la rabia. Estos consejos son muy útiles y quien no los oye, no llega a viejo. Ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio es malo.
Poderoso caballero es don Dineros, que todo lo puede, hasta el mundo mueve. Y si desnudo nací, y desnudo me hallo: no pierdo ni gano. Cada uno habla de algo según el interés que tenga y lo que saque. No obstante, aunque la mona se vista de seda… mona se queda. Y jamás pronuncies: «De este agua no beberé.»
Un clavo saca otro clavo, lo más enfático es que tu eres la única que hizo mella mayor que el Golden Gate. Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Atento: en caso de duda, no determines, cosa alguna. Una cosa siempre clara, tal como, cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. A lo hecho, pecho y al mal tiempo, buena cara. Y a todo esto digo que quien ríe el último, será porque no ha entendido el chiste.

Cautiverio.

Cautiverio.

No puedo seguir aquí, intento salir pero es imposible, inviable, inquebrantable la pared que me encierra, y tantos otros adjetivos contrarios a poder salir.
No es por el miedo, sino por la falta de valía o el déficit de motivación. No es sólo el salir y evadirte, es poder ser libre de cualquier jurisdicción. No estar anclado a nada, nada perdidamente que emane discordancia disfuncional. Ni yo mismo me entiendo, pero es el leer y saber lo que te enseña a decir nada con muy pocas palabras.
Cuántas cosas dadas para acabar así, encerrado en tal diatriba emocional. No puede ser que no
salir no esté dentro de una lista posible. Todo lo que deseo es escaparme, me aferro a la esperanza de que sí pueda, que estoy solo sin ninguna compañía que me haga olvidar que estoy en cautiverio.
¿Por qué me encuentro aquí? ¿Qué hice para merecerlo? No lo sé y si no lo sé yo… ¿Quién lo sabrá? Únicamente pido una respuesta sencilla a todo esto, una que no sea muy complicada. Parece que nada puede dármela, mas es comprensible, no hay nadie para ello.
No intentéis consolarme con que todo saldrá bien, con que no duele eso, sino el esfuerzo. Bendita libertad vosotros que la disfrutáis, yo sólo puedo relamerme de ella en mis ratos más tristes, en los que no estoy dormido o ideando un plan para salir. Que por consiguiente son muchos.
Una vez conseguí levantarme, caminar unos metros y adentrarme en la nada más absoluta, no obstante, lo único que encontré fue… más nada. Desisto, como muchos otros lo hicieron, aunque me queda el consuelo de pensar que desistí más tarde que aquellos. Pero yo no soy así, jamás renuncio, nunca me he rendido y no va a ser esta la primera vez, por lo tanto «ich muss stark sein» (debo ser fuerte) y pensar que «je peux» (yo puedo) y además, «never give up» (nunca abandonar.)

Piezas que no encajan.

Piezas que no encajan.

Encaja las piezas porque como una la encajes mal, todo habrá terminado. Hay que conseguir llegar hasta el final, no rendirse y poder colocarla del revés, aunque sea, la pieza digo. Que no hay nada más que buscar en esa gran caja, inspeccionarla y hallar la correcta, también aseguro que no es nada fácil, que lleva su tiempo, hay que dedicarle horas, días, meses, años… para poder encajarla.  Pero puedes pensar que ¿Qué hay de fácil en esta vida? El que algo quiere, tiene que conseguirlo con esfuerzo, sino… Bueno el calor para tales circunstancias viene muy bien. Hay que hacer por esa pieza locuras, desplazarte hasta lejos, sólo por ella. Si la pieza no quiere, no entra, sino no entra te quedas sin terminar el puzzle. Puzzle enorme y sin final determinado, eso es.

Últimamente parece que todas esas piezas tienen algo en común, pero no encajan bien, no son las que valen. No por el puzzle, sino por ellas mismas.

Que discordancia tan grande, que haya tantos fragmentos que ninguno entre. ¿Qué se nuecesita? ¿Tiempo? Quizá, no lo sé, solamente sé que quiero encontrarla. Esta vez no encuentro vocablo fácil para lapidar este escrito, sin embargo, esto podría valer.