Bolsa de espinas. Terror. Horror. Pavor. Cenizas y barro. Sequía. He olvidado lo que es sentir, lo que es reír. No puedo decir que haya olvidado lo que es amar, porque nunca he sabido lo que es. Demasiado de todo, pero nunca de nada sustancial. Banalidad. A veces es mejor mirar por una ranura y ver sólo lo que queremos ver. Ver sin vida o con tristeza y hastío.

Ver éxito y pavor, odio y amor, alegría y temor, sentir cómo se te escapa la vida entre los dedos como viento a través de rejas prisioneras. Huir, poner pies en polvorosa, y volver siendo una leyenda. Pero si eres leyenda no vuelves, jamás lo haces, porque ya no serás tú. Sentir que caes porque sigues cavando tu propio pozo sin fondo.

Mentiras, falacias, desgracias que no acepto. Pero al final siempre voy con ellas, porque merezco eso, porque no valgo, porque no podré valer, sino me valoro yo, pero no es plausible valorar algo sin valor alguno. Aprendí que seguir adelante es pura inercia, porque ganas no hay ninguna. Mi mente es un ocotito, que dejo que fluya en todo su esplendor. Vete. Huye. Nadie te va a echar de menos. Locura con inquina.

Todos quieren lo mismo, buscan lo mismo, quieren joyas, pulseras empedradas, mas no valen ni bisutería. Merezco rendirme a eso, como un chivato en la gayola. Debes responder, debes actuar, no te quedes parado.

Mezclo acciones alentadoras con derrotistas. Porque soy un volcán en erupción, sin vida, pero con fuerza y fulgor.

Me hallo harto, harto de tener que aguantar injurias, injusticias, malos tratos, vejaciones e improperios. Más de uno considera que es merecedor del don de vituperarme, de afirmarse como mi mentor y de dictarme. Yo ante ello no respondo más. El día en el que abandone esta vida hará falta la contratación de plañideras porque nadie vendrá a llorar mi óbito.

Ver cómo perezco y sigo sucumbiendo en un pozo de decepción y malogro, porque es lo que emulo, en esta vida sin sentido alguno. Porque emulo alipori, por ende, otras personas me codean, me versan con negativo de aprecio y me ningunean, se refieren a mí con condescendencia. Con altivez pienso que habría de ser yo quien les procurase de expresa manera, sin embargo, mi realidad no es la que se muestra; la efectividad es contraria, son ellos los que acometen sobre mí injurias y desprecios. Se da de forma múltiple y no aislada, ergo me lleva a discurrir que la culpa no es de ellos, sino mía. Pues valgo desgracia y contrariedad, en caso de que valga algo. Mi cuerpo estalla en un zollipo incontrolable, cada día con mayor frecuencia. Miro tratando de buscar una respuesta e intentando no desacertar un camino, una vereda sería válida, que haga posible buscar aceptación entre aquellos, para poder inmiscuirme sin acritud. Pero me asemejo a no tañer lo que es menester, lo que con aquiescencia se acepta y no se destierra. Es de consuelo pasajero refugiarse en eufemismos tales como que, es excesivo y no comprensible a lo que yo alcanzo, mas el efecto de ese placebo dura unos segundos, unos días, pero a medida que avanza el tiempo, la mella es mayor, el hoyo está más horadado y el vacío, allí abajo, es infinito.

Sigo confiando, ¿por qué tan iluso, crédulo y utópico? Me hallo harto y extasiado. Ahíto por eones. Punto y final, la coma ya no es opción. Es abrumador, extenuante creer que, entre los escombros de una sociedad podrida, queda alguien decente. Arremeto con un trabajo ímprobo de búsqueda, pero nada satisfactorio ni lisonjero. Aquéllos se miran su ombligo, como si único centro del orbe fuese, y, cuando límpido se encuentre, cierta pobre atención te brindarán. En mí se deteriora el sentido, cada día menos cosas me alientan. Las ganas de no perecer se esfumaron hace tiempo, encallan el rencor, la aversión, el aborrecimiento, la abominación y la inquina, la alegría y la risa ya no van de la mano.

No albergo esperanza de que se arregle esta sociedad. Merece crítica. Está rota por los que se creen merecedores del derecho de arreglarla. Seguid con vuestro juicio nublado, que yo me abriré paso como un rayo de sol entre vuestra tormenta de horrores.

 Todos aquellos se creen en posesión de la licencia para poder formular lo que les plazca, construyendo una distopía total, un futuro nigérrimo. Expresan sin tapujos lo que consideran que es más propio, según sus enjutos criterios, aun queriendo hacer parecer que expresos son vastos. Y para mí pintan bastos sus habladurías e incoherencias.

Siento descorazonaros…, en realidad no. No es como lo plasman, la substantividad es muy discrepante y ha de ser dicho con suma precaución.

Visualiza un tablero, blancas y negras, ¿con cuáles juegas? ¿A qué figura te asemejas? No me caso con ningún color, vastedad en la vida. Pero, sí sé qué papel juego, aunque me muestre con avance único ciertas veces, totalidad de movimientos poseo.

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